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https://www.youtube.com/watch?v=eOg6xXOcj54
En éstos tiempos donde cualquier mortal medianamente técnico para jugar al fútbol, o aquél que con coraje demuestra su rudeza, no se puede ni siquiera comparar con un verdadero caudillo, y éste es un homenaje a un extraordinario jugador que con su personalidad dejó "mudo" al mítico estadio de Maracaná.
El capitán de un equipo de fútbol, no es sólo una cinta ancha en su brazo derecho, es la bandera del equipo, es el estandarte. Es el único encargado de hablar con el árbitro, y por lo general es el que le levanta la moral a sus compañeros en caso de una derrota transitoria, si en algún momento alguna luminaria se le ocurre realizar “El Gran Diccionario del Fútbol”, al lado de la palabra capitán deberá poner una foto de Obdulio Varela.
Obdulio era el capitán del Wanderes y sus protestas había agotado a Aníbal Tejada, juez del encuentro. En cierto momento, hubo un foul violento del hombre de Peñarol y allá corrió Varela. Tejada pensó que iba a protestar y lo encaró. Sin embargo, la iniciativa fue del volante:
"Vengo a rogarle que si alguno de mis compañeros hace un foul así, lo eche de inmediato". Fue tan imprevista la frase de Obdulio que al juez no le quedó más que reírse.
En la final de 1950 en el vestuario, uno de los dirigentes entró a dicho recinto para "alentar" a los jugadores y les expresó que "perdiendo por menos de cuatro goles de diferencia se salvaba el honor". Rápidamente Obdulio Varela salió al cruce y respondió con verdadera autoridad: "¿perder?... ¡Nosotros vamos a ganar este partido! ". "Salgan tranquilos, no miren para arriba. Nunca miren a la tribuna… EL PARTIDO SE JUEGA ABAJO… LOS DE AFUERA SON DE PALO”.
Cuenta la leyenda, incluso, que luego del gol brasileño convertido por Friaca en la final del mundo, Obdulio recorrió los treinta metros que lo separaban de la pelota, la cual descansaba en el fondo de la red, a paso lento pero firme, una vez que llegó hasta ella, la tomó con sus brazos y la colocó bajo su axila derecha y de ésta forma y con el mismo andar de antes, fue a reclamarle un off-side inexistente al juez de línea y de esa forma llevó el balón hasta el centro de la cancha, mientras el capitán se acercaba al centro del campo de juego, los 200.000 espectadores dejaron de mirar al goleador local y fueron callándose poco a poco hasta enmudecer por completo cuando Varela depositó la pelota en el centro del estadio, en ese momento llamó al árbitro y pidió un traductor, discutió la posición adelantada durante varios minutos.
De ésta forma logró el objetivo de enfriar el partido además, en ese preciso instante, sin ningún tipo de arengas, le inoculó a sus diez compañeros una inyección de ánimo, y a partir de ese momento se empezó a gestar la levantada uruguaya al grito de: “ahora sí, vamos a ganar el partido”.
Luego Obdulio recordaría: “...Ahí me di cuenta que si no enfriábamos el juego, si no lo aquietábamos, esa máquina de jugar al fútbol nos iba a demoler. Lo que hice fue demorar la reanudación del juego, nada más. Esos tigres nos comían si les servíamos el bocado muy rápido. Entonces a paso lento crucé la cancha para hablar con el juez de línea, reclamándole un supuesto off-side que no había existido, luego se me acercó el árbitro y me amenazó con expulsarme, pero hice que no lo entendía, aprovechando que él no hablaba castellano y que yo no sabía inglés. Pero mientras hablaba varios jugadores contrarios me insultaban, muy nerviosos, mientras las tribunas bramaban. Esa actitud de los adversarios me hizo abrir los ojos, tenían miedo de nosotros. Entonces, siempre con la pelota entre mi brazo y mi cuerpo, me fui hacia el centro del campo de juego. Luego vi a los rivales que estaban pálidos e inseguros y les dije a mis compañeros que éstos no nos pueden ganar nunca, los nervios nuestros se los habíamos pasado a ellos. El resto fue lo más fácil.”...